Comentario Personal de la Obra
Mi obra, desde los años setenta, ha caminado bajo las “reglas” del expresionismo abstracto.
Las pinceladas fuertes llenas de color aluden básicamente a la temática de lo URBANO, cubriendo espacios vacíos con manchas y texturas sin forma preestablecida (solitarias unas veces, otras veces atadas), manifestando libertad de movimientos y emociones con un fuerte efecto expresivo, creando ritmos en la dinámica propia del entorno de la ciudad.
Grafismos que reemplazan las formas , manchas y líneas fuertes que le dan más valor a la creatividad y a la propia libertad de crear, idea de un caos que refleja la nostalgia de los pueblos de ayer, pero, a la vez, un homenaje a las ciudades de hoy.
Trato de desprenderme voluntariamente de la estricta geometría y la disciplinada perspectiva de las ciudades para involucrarme en su caos y en su desorden.
Básicamente espero que mi obra lleve un mensaje al desprevenido espectador, al compañero incondicional habitante de las ciudades, del color-lenguaje, de la poesía reflejada en la distorsión de la imagen del edificio azul, del parque verde, de las casas rojas y los techos violetas, de las ciudades, ciudades...
La obra en general es una mezcla de literatura con lo personal y lo social y si bien es cierto que hay momentos en que se refleja una “violencia” dentro del contexto general de la obra, también es cierto que ella no se aparta del romanticismo y la sensibilidad que me inspira el hacer parte de esa magia inherente que llevan las ciudades.
Las pinceladas fuertes llenas de color aluden básicamente a la temática de lo URBANO, cubriendo espacios vacíos con manchas y texturas sin forma preestablecida (solitarias unas veces, otras veces atadas), manifestando libertad de movimientos y emociones con un fuerte efecto expresivo, creando ritmos en la dinámica propia del entorno de la ciudad.
Grafismos que reemplazan las formas , manchas y líneas fuertes que le dan más valor a la creatividad y a la propia libertad de crear, idea de un caos que refleja la nostalgia de los pueblos de ayer, pero, a la vez, un homenaje a las ciudades de hoy.
Trato de desprenderme voluntariamente de la estricta geometría y la disciplinada perspectiva de las ciudades para involucrarme en su caos y en su desorden.
Básicamente espero que mi obra lleve un mensaje al desprevenido espectador, al compañero incondicional habitante de las ciudades, del color-lenguaje, de la poesía reflejada en la distorsión de la imagen del edificio azul, del parque verde, de las casas rojas y los techos violetas, de las ciudades, ciudades...
La obra en general es una mezcla de literatura con lo personal y lo social y si bien es cierto que hay momentos en que se refleja una “violencia” dentro del contexto general de la obra, también es cierto que ella no se aparta del romanticismo y la sensibilidad que me inspira el hacer parte de esa magia inherente que llevan las ciudades.
Comentarios sobre la Obra
Los lienzos de César Piedrahita manifiestan una abreviación o esquematización de elementos de la realidad con el fin de alcanzar una síntesis estética y una interpretación subjetiva de los temas. Es decir, pese a su inclinación por la abstracción, el artista no elimina del todo su punto de partida, ni se pierde en severas disciplinas intelectuales, sino que deja actuar a su intuición, a sus impulsos creativos, para adentrarse en composiciones emotivas, que transmiten su punto de vista o su sentir, a través de un colorido fuerte y contrastante.
En su trabajo se vislumbra el abigarramiento y confusión de la vida urbana en la actualidad, pero no como una critica sino, sencillamente, como el registro de un hecho en el cual es posible reconocer aspectos positivos, entre ellos, la inspiración plástica. Cada una de sus obras transmite además un particular estado anímico, a veces intranquilo, otras veces nostálgico, en ocasiones exaltado y en ocasiones poético.
En algunas de sus pinturas predomina una particular gama en tanto que en otras no se reconoce un deliberado control cromático; y aunque en algunas de sus obras se alcanzan a identificar sugerencias espaciales, la bidimensionalidad, la superficie del lienzo sin alusiones al espacio ilusorio tradicional de la pintura, parece ser realmente su principal preocupación. Es decir, a pesar de conservar un trasfondo metropolitano identificable, sus trabajos no tienen el carácter de ventanas que permitan imaginar una profundidad ficticia, sino que son hechos concretos que reclaman para la pintura un mérito que no depende de sus posibilidades anecdóticas.
No es extraño, por consiguiente, que entre los principales valores de su obra, además del color se cuenten las texturas y los grafismos que compiten con las pinceladas y las manchas en la expresión de apreciaciones tanto sobre el arte como sobre la vida contemporánea.
La obra de César Piedrahita se orienta hacia la particularidad, la atracción visual y la expresión de inquietudes interiores y por tal razón puede afirmarse que busca inscribirse dentro de los parámetros de la modernidad. Su espontaneidad y por consiguiente el carácter irrepetible de su obra, así como la emoción que logra proyectar mediante la gozosa manipulación de sus recursos, son clara evidencia de su logro.
Eduardo Serrano Rueda
Crítico de Arte
En su trabajo se vislumbra el abigarramiento y confusión de la vida urbana en la actualidad, pero no como una critica sino, sencillamente, como el registro de un hecho en el cual es posible reconocer aspectos positivos, entre ellos, la inspiración plástica. Cada una de sus obras transmite además un particular estado anímico, a veces intranquilo, otras veces nostálgico, en ocasiones exaltado y en ocasiones poético.
En algunas de sus pinturas predomina una particular gama en tanto que en otras no se reconoce un deliberado control cromático; y aunque en algunas de sus obras se alcanzan a identificar sugerencias espaciales, la bidimensionalidad, la superficie del lienzo sin alusiones al espacio ilusorio tradicional de la pintura, parece ser realmente su principal preocupación. Es decir, a pesar de conservar un trasfondo metropolitano identificable, sus trabajos no tienen el carácter de ventanas que permitan imaginar una profundidad ficticia, sino que son hechos concretos que reclaman para la pintura un mérito que no depende de sus posibilidades anecdóticas.
No es extraño, por consiguiente, que entre los principales valores de su obra, además del color se cuenten las texturas y los grafismos que compiten con las pinceladas y las manchas en la expresión de apreciaciones tanto sobre el arte como sobre la vida contemporánea.
La obra de César Piedrahita se orienta hacia la particularidad, la atracción visual y la expresión de inquietudes interiores y por tal razón puede afirmarse que busca inscribirse dentro de los parámetros de la modernidad. Su espontaneidad y por consiguiente el carácter irrepetible de su obra, así como la emoción que logra proyectar mediante la gozosa manipulación de sus recursos, son clara evidencia de su logro.
Eduardo Serrano Rueda
Crítico de Arte
El maestro César Piedrahita es un artista visual, cuya obra es un reflejo de escenas realistas en la que predomina su extraordinario colorido que transmite su punto de vista, su sentir referente al abigarramiento y confusión de la vida urbana en la actualidad no como crítica, sino como el registro de un hecho, como bien lo reconoce la crítica especializada y que tenemos la oportunidad de apreciar en esta gran Sala del Museo de la Nación de Lima como también lo ha sido en importantes museos y galerías del mundo.
Javier Luna Elías
Director
Museo de la Nación
Lima- Perú
Javier Luna Elías
Director
Museo de la Nación
Lima- Perú
Son impresionantes y muy particulares los paisajes de Piedrahita.
Como dice el refrán popular: “ el nombre trae consigo”.
Estos paisajes crueles, nos preanuncian un panorama desolador, del cual muy pronto – quizás – nos toque vivir... pues el artista siempre camina con un pie en el futuro.
Como la belleza abstracta, si. Hay mucha unidad en todo el conjunto. Realmente cada uno de estos cuadros es muy buenos y muy bellos.
En cuanto al contenido: como decía en tiempos idos don Ortega y Gasset, ya se siente la deshumanización del arte.
La abundancia de color en ellos, generan en el ánimo del espectador, el sentimiento de rebeldía y predisponen naturalmente, a la lucha y la resistencia.
Triunfará el hombre o la nada?
Lotte Schulz
Directora
Museo Nacional de Bellas Artes
Asunción – Paraguay
Los cuadros de Piedrahita se nos presentan como metáforas de ciudades imposibles, como sueños de un orden en medio del caos o, quizá, más propiamente, del caos como liberación del orden real que nos oprime o nos angustia. Pueden leerse de varias maneras los lienzos del pintor colombiano César Piedrahita. “Pinto las ciudades y sus jardines de concreto, porque me duelen” ha escrito en uno de sus catálogos como si formulara un manifiesto.
Hay en esta declaración del artista colombiano una toma de posición ante uno de los fenómenos más característicos de nuestra época: la megàpolis, el monstruoso producto de la razón y el interés, frío, violento y, con frecuencia, inhumano, en el que irremediablemente van convirtiéndose nuestras ciudades, antaño espacios de libertad y de cultura o espacios en los que el hombre, como ciudadano, podía soñar con la libertad. Estas ciudades, habitadas por hombres y mujeres que se desconocen mutuamente, que tan solo se comunican su presencia inevitable por celulares invisibles, constituyen el leitmotiv de su obra pictórica y de su reflexión estética. Empero, estas ciudades abstractas e impersonales, todas tan semejantes entre si, geométricas, ordenadas, grises las más de las veces, distantes, ajenas y frías aún para quienes viven en sus entrañas, guardan en su interior algo de calor y de vida, la irrupción inevitable del color en los barrios populares y humildes, la mezcla apasionada de las cosas sencillas que hacen de los seres humanos lo que son, arquitecturas amables y fugaces instantes de sentido, formas acabadas ( o, tal vez, solo intuidas) de poesía y de belleza. Lo geométrico y lo caótico, el orden y el caos, se encuentran en el espacio de estas ciudades, y este encuentro se convierte en el asunto central de la pintura de Piedrahita.
Piedrahita no pinta una ciudad, sino ciudades. Mejor aún, pinta la ciudad contemporánea y enorme que todos conocemos. Sobre esta ciudad imaginada e imaginaria y, sin embrago, tan real que en ella todos nos reconocemos, el maestro colombiano extiende sus colores, crea ritmos, manchas, texturas y distorsiones, dispone espacios y nos presenta sus sueños y pesadillas. También en ella nos descubre la humanidad subyacente, la naturaleza al acecho, la vida y la belleza.
Vicky Torres
Critica De Arte
Asunción – Paraguay
Es el color por si mismo, el trazo, la dirección de la pincelada, el acento, la emoción.
César no busca contar historias, no es lo anecdótico lo que le importa sino el goce visual, es el lado puramente estético que no podemos narrar.
La experiencia se inicia cuando nos dejamos llevar sin complicaciones teóricas, siguiendo esas vigorosas manchas para entrar al ilimitado mundo de la abstracción donde las sensaciones también son abstractas.
César ha diseñado su propio lenguaje, no se impone, solo comparte, deja abierta la puerta a un universo sensorial, en el cual existe una energía que si quiere puede gritar, en donde las referencias son solo pretextos.
Aprovecha la plasticidad cuando en un solo golpe de vista se aprecia una ciudad.
César inicia el cuadro y cada espectador lo acaba y cumple así con la difícil tarea que asume el pintor: comunicar.
Alma Fernández T.
Directora Galería Kandinsky
San José – Costa Rica
Conservando su paleta característica, su estilo abstracto con elementos emblemáticos y su lev motiv en torno a la ciudad, observamos en las obras de César Piedrahita una interesante decantación que, simplificando formas y sustanciando elementos, lo acerca a una semiologìa de lectura contemporánea, accesible, sin compromisos limitantes.
Siempre que veo trabajos como los de Piedrahita no puedo dejar de plantearme el profundo cambio que ha dado en pocos años el paisaje urbano, para concluir que es sin duda este género el que más profundas transformaciones ha experimentado. Llegado tardíamente a la Historia del Arte de la mano de Canaleto, permaneció prácticamente igual a sí mismo hasta los albores del siglo XX, para transformarse radicalmente a la luz del abstraccionismo.
César Piedrahita nos demuestra que, para él, la ciudad es un ente polifacético, con toda la riqueza de expresión que puede tener un rostro humano y es la captura de esos “gestos”, de esos perfiles francos, la concreción final que él nos entrega, como producto acabado de un análisis y una investigación, ( que también tiene mucho de introspectiva), iniciada por él hace ya algunos años.
Alberto D’ Pena Pérez
España
La obra del maestro César Hernando Piedrahita alude en su filosofía recuerdos de ciudades rodeadas de colores que determinan el paisaje propio de la naturaleza.
Hoy su pincel lo percibe dormidos, fríos y violentos, como si arrasaran la interioridad del hábito del hombre, símbolo de la individualidad del pensamiento del ser.
El artista en el lienzo describe su obra utilizando planos en diferentes dimensiones: líneas y superficies creadas por gamas de colores que definen las composiciones creativas con los cuales el artista concibe su obra.
Zenaida Acevedo
Directora Galería de Arte de FENALCO
Bogotá – Colombia
César Piedrahita siente que el urbanismo explota y se vuelve a estructurar. Estas imágenes o trazos lineales se lastiman sutilmente, desplazándose en busca de calmar abstracciones perplejas. El creador siente destellos equidistantes, desea tranquilidad (palabra casi imposible de creer en nuestro continente en constantes conflictos sociales), pero Piedrahita desea ir más allá de oscuridades y conceptos estériles, sabe, sabemos que nuestra fuerza hispana está ahí lista a dar calor, mostrando nuevos caminos de sosiego e igualdad a todo aquel que dude de lo contrario. Arte/vida/libertad.
Piedrahita escoge el color como eje para transmitir cordialidades de vida, trabajo, familia, amigos y quehaceres cotidianos, haciendo-construyendo de su trabajo visual espacios donde mirar, sentir y reflexionar, sugiere entrar en habitaciones y dentro sentir que todo lo recepcionado será nuestro.
Miguel Lescano
Artista – Director Galería de Arte Euroidiomas
Lima – Perú
César Piedrahita
La ciudad y sus sombras
La ciudad brota y en la búsqueda desesperada de una morfología que materialice su renovada condición, se dispersa sobre sus propios territorios de ruido y confusión. Fragmentos inconexos e intrincados, configuran la imagen de un tapiz que, sin jerarquías, alcanza el sentido de una teatralidad improvisada: hilos que ascienden y se pierden en su descenso, ritmos disonantes, espacios sin solución, abiertos en la extensión de un horizonte que parece haber anulado sus posibilidades de proyección y su deseo de recobrar el sentido de su destino.
Construcciones agotadas en sus geometrías extienden sus abismos interiores y la oscuridad, que aviva la luz en los contrastes, evoca la soledad de un ser que desesperadamente busca las huellas tutelares de sus dioses. Una luz indefinida penetra los umbrales y el aliento de un tiempo agotado, cruza la frontera de los relatos convocados. No hay silencio que apague la conmoción de los desesperados; sus resonancias se replican y en la superficie del “tapiz” se dejan presentir las fisuras de una realidad colectiva que comporta la carga completa de su condición cultural.
La ciudad es una maraña de sucesos, una espiral de fluctuaciones, que anticipa el universo oculto donde habitan los protagonistas de la fábula universal del vértigo.
Forma sobre forma, cada “paisaje urbano” de Piedrahita configura la “greca escalonada” que entre estructuras de concreto, evoca la magia de los colores puros, la organicidad de un universo geométrico que ha elaborado su propia dimensión perceptiva. Una cuadratura de tensiones y sucesos enfrentados que, en los extramuros, traducen la luz de una naturaleza decadente, misteriosa y complejizada en sus relatos.
Margarita Calle Guerra
Directora del Departamento de Humanidades e Idiomas da la Facultad de
Bellas Artes y Humanidades de la Universidad Tecnológica de Pereira.
Fragmento del libro “Metáforas urbanas- El artista y la ciudad”, Premio Colección de Escritores Pereiranos, 2003.
El lirismo de la pintura del maestro colombiano César Piedrahita ahonda en el alma nostálgica de los humildes paisajes urbanos. Descubre con su magia muy personal en el manejo de los colores primarios, la eterna poesía de las envejecidas techumbres, de las calles y empíricos trazados de las antiguas aldeas o de los barrios populares.
Héctor Ocampo Marín
Escritor
César Piedrahita es símbolo de una generación de pintores colombianos que desde la distancia y el silencio han construido su propia ciudad. Es suficiente un trazo breve e intenso para referirse a las emociones furtivas. Todas las formas expresan la sensación de amor y odio.
El pincel conserva el equilibrio de color, forma y fondo.
Detrás está la voluntad y sensibilidad de Piedrahita encerrado en su obsesión de siempre: ruptura y renovación. Es decir, romper con valores tradicionales de la pintura moderna (“ Toda pintura debe ser conciencia de lo real”, Malraux) y renovar en su sentido más amplio de la estética: “ Lo bello está en cada mirada: en el transeúnte, en el vecino, en el escritor o en el juez”.
Hugo López Martínez
Escritor
La obra de César Piedrahita comunica una de las vivencias más características del hombre contemporáneo, a quien lo persigue un complejo de culpa por haber cambiado el horizonte abierto de la naturaleza, inagotable en sus formas y matices, por el paisaje cerrado y uniforme de las grandes urbes, en donde la imaginación, la creatividad y hasta la misma libertad, han sido lapidadas por el asfalto y el concreto.
Sin embargo, el vivo colorido que acompaña la obra de César Piedrahita, su fuerza expresiva que redime el gris tradicional, símbolo y testimonio de la arquitectura de nuestro siglo, constituye una reminiscencia de la naturaleza, o la ventana por donde el artista deja escapar sus más recónditas añoranzas; otras veces ocurre que la línea adopta audaces giros, y deja de ser la distancia más corta entre dos puntos; un rostro, un torbellino, hasta una figura sin nombre, emergen sorpresivas al encuentro del espectador.
César Piedrahita ha alcanzado en sus cuadros lo que para el artista significa su más definitivo logro: una identidad, un estilo, un sitio desde donde pueda apropiarse la realidad, asimilarla y enriquecerla, como testimonio de su vocación.
Julián Serna Arango
Filósofo – Escritor
Sus paisajes urbanos crecidos en el color, entre la luz de un cielo intenso y una naturaleza juguetona no era primitivismo ingenuo, no son tampoco simple ejercicios o divertimientos; hay allí la intensidad comunicativa de un artista completo.
Alberto Veròn
Escritor
Dentro de los nuevos movimientos de las artes plásticas que han tomado gran impulso en esta ciudad durante la última década; merece destacarse el trabajo de César Piedrahita.
Inmerso entre la técnica del acrílico su temática urbana denota un gran vigor en los rasgos pletóricos de color, hacinamiento urbano donde la visión del espectador parece recorrer laberintos interminables sin puerta de escape.
Hugo Angel Jaramillo
Escritor
Como dice el refrán popular: “ el nombre trae consigo”.
Estos paisajes crueles, nos preanuncian un panorama desolador, del cual muy pronto – quizás – nos toque vivir... pues el artista siempre camina con un pie en el futuro.
Como la belleza abstracta, si. Hay mucha unidad en todo el conjunto. Realmente cada uno de estos cuadros es muy buenos y muy bellos.
En cuanto al contenido: como decía en tiempos idos don Ortega y Gasset, ya se siente la deshumanización del arte.
La abundancia de color en ellos, generan en el ánimo del espectador, el sentimiento de rebeldía y predisponen naturalmente, a la lucha y la resistencia.
Triunfará el hombre o la nada?
Lotte Schulz
Directora
Museo Nacional de Bellas Artes
Asunción – Paraguay
Los cuadros de Piedrahita se nos presentan como metáforas de ciudades imposibles, como sueños de un orden en medio del caos o, quizá, más propiamente, del caos como liberación del orden real que nos oprime o nos angustia. Pueden leerse de varias maneras los lienzos del pintor colombiano César Piedrahita. “Pinto las ciudades y sus jardines de concreto, porque me duelen” ha escrito en uno de sus catálogos como si formulara un manifiesto.
Hay en esta declaración del artista colombiano una toma de posición ante uno de los fenómenos más característicos de nuestra época: la megàpolis, el monstruoso producto de la razón y el interés, frío, violento y, con frecuencia, inhumano, en el que irremediablemente van convirtiéndose nuestras ciudades, antaño espacios de libertad y de cultura o espacios en los que el hombre, como ciudadano, podía soñar con la libertad. Estas ciudades, habitadas por hombres y mujeres que se desconocen mutuamente, que tan solo se comunican su presencia inevitable por celulares invisibles, constituyen el leitmotiv de su obra pictórica y de su reflexión estética. Empero, estas ciudades abstractas e impersonales, todas tan semejantes entre si, geométricas, ordenadas, grises las más de las veces, distantes, ajenas y frías aún para quienes viven en sus entrañas, guardan en su interior algo de calor y de vida, la irrupción inevitable del color en los barrios populares y humildes, la mezcla apasionada de las cosas sencillas que hacen de los seres humanos lo que son, arquitecturas amables y fugaces instantes de sentido, formas acabadas ( o, tal vez, solo intuidas) de poesía y de belleza. Lo geométrico y lo caótico, el orden y el caos, se encuentran en el espacio de estas ciudades, y este encuentro se convierte en el asunto central de la pintura de Piedrahita.
Piedrahita no pinta una ciudad, sino ciudades. Mejor aún, pinta la ciudad contemporánea y enorme que todos conocemos. Sobre esta ciudad imaginada e imaginaria y, sin embrago, tan real que en ella todos nos reconocemos, el maestro colombiano extiende sus colores, crea ritmos, manchas, texturas y distorsiones, dispone espacios y nos presenta sus sueños y pesadillas. También en ella nos descubre la humanidad subyacente, la naturaleza al acecho, la vida y la belleza.
Vicky Torres
Critica De Arte
Asunción – Paraguay
Es el color por si mismo, el trazo, la dirección de la pincelada, el acento, la emoción.
César no busca contar historias, no es lo anecdótico lo que le importa sino el goce visual, es el lado puramente estético que no podemos narrar.
La experiencia se inicia cuando nos dejamos llevar sin complicaciones teóricas, siguiendo esas vigorosas manchas para entrar al ilimitado mundo de la abstracción donde las sensaciones también son abstractas.
César ha diseñado su propio lenguaje, no se impone, solo comparte, deja abierta la puerta a un universo sensorial, en el cual existe una energía que si quiere puede gritar, en donde las referencias son solo pretextos.
Aprovecha la plasticidad cuando en un solo golpe de vista se aprecia una ciudad.
César inicia el cuadro y cada espectador lo acaba y cumple así con la difícil tarea que asume el pintor: comunicar.
Alma Fernández T.
Directora Galería Kandinsky
San José – Costa Rica
Conservando su paleta característica, su estilo abstracto con elementos emblemáticos y su lev motiv en torno a la ciudad, observamos en las obras de César Piedrahita una interesante decantación que, simplificando formas y sustanciando elementos, lo acerca a una semiologìa de lectura contemporánea, accesible, sin compromisos limitantes.
Siempre que veo trabajos como los de Piedrahita no puedo dejar de plantearme el profundo cambio que ha dado en pocos años el paisaje urbano, para concluir que es sin duda este género el que más profundas transformaciones ha experimentado. Llegado tardíamente a la Historia del Arte de la mano de Canaleto, permaneció prácticamente igual a sí mismo hasta los albores del siglo XX, para transformarse radicalmente a la luz del abstraccionismo.
César Piedrahita nos demuestra que, para él, la ciudad es un ente polifacético, con toda la riqueza de expresión que puede tener un rostro humano y es la captura de esos “gestos”, de esos perfiles francos, la concreción final que él nos entrega, como producto acabado de un análisis y una investigación, ( que también tiene mucho de introspectiva), iniciada por él hace ya algunos años.
Alberto D’ Pena Pérez
España
La obra del maestro César Hernando Piedrahita alude en su filosofía recuerdos de ciudades rodeadas de colores que determinan el paisaje propio de la naturaleza.
Hoy su pincel lo percibe dormidos, fríos y violentos, como si arrasaran la interioridad del hábito del hombre, símbolo de la individualidad del pensamiento del ser.
El artista en el lienzo describe su obra utilizando planos en diferentes dimensiones: líneas y superficies creadas por gamas de colores que definen las composiciones creativas con los cuales el artista concibe su obra.
Zenaida Acevedo
Directora Galería de Arte de FENALCO
Bogotá – Colombia
César Piedrahita siente que el urbanismo explota y se vuelve a estructurar. Estas imágenes o trazos lineales se lastiman sutilmente, desplazándose en busca de calmar abstracciones perplejas. El creador siente destellos equidistantes, desea tranquilidad (palabra casi imposible de creer en nuestro continente en constantes conflictos sociales), pero Piedrahita desea ir más allá de oscuridades y conceptos estériles, sabe, sabemos que nuestra fuerza hispana está ahí lista a dar calor, mostrando nuevos caminos de sosiego e igualdad a todo aquel que dude de lo contrario. Arte/vida/libertad.
Piedrahita escoge el color como eje para transmitir cordialidades de vida, trabajo, familia, amigos y quehaceres cotidianos, haciendo-construyendo de su trabajo visual espacios donde mirar, sentir y reflexionar, sugiere entrar en habitaciones y dentro sentir que todo lo recepcionado será nuestro.
Miguel Lescano
Artista – Director Galería de Arte Euroidiomas
Lima – Perú
César Piedrahita
La ciudad y sus sombras
La ciudad brota y en la búsqueda desesperada de una morfología que materialice su renovada condición, se dispersa sobre sus propios territorios de ruido y confusión. Fragmentos inconexos e intrincados, configuran la imagen de un tapiz que, sin jerarquías, alcanza el sentido de una teatralidad improvisada: hilos que ascienden y se pierden en su descenso, ritmos disonantes, espacios sin solución, abiertos en la extensión de un horizonte que parece haber anulado sus posibilidades de proyección y su deseo de recobrar el sentido de su destino.
Construcciones agotadas en sus geometrías extienden sus abismos interiores y la oscuridad, que aviva la luz en los contrastes, evoca la soledad de un ser que desesperadamente busca las huellas tutelares de sus dioses. Una luz indefinida penetra los umbrales y el aliento de un tiempo agotado, cruza la frontera de los relatos convocados. No hay silencio que apague la conmoción de los desesperados; sus resonancias se replican y en la superficie del “tapiz” se dejan presentir las fisuras de una realidad colectiva que comporta la carga completa de su condición cultural.
La ciudad es una maraña de sucesos, una espiral de fluctuaciones, que anticipa el universo oculto donde habitan los protagonistas de la fábula universal del vértigo.
Forma sobre forma, cada “paisaje urbano” de Piedrahita configura la “greca escalonada” que entre estructuras de concreto, evoca la magia de los colores puros, la organicidad de un universo geométrico que ha elaborado su propia dimensión perceptiva. Una cuadratura de tensiones y sucesos enfrentados que, en los extramuros, traducen la luz de una naturaleza decadente, misteriosa y complejizada en sus relatos.
Margarita Calle Guerra
Directora del Departamento de Humanidades e Idiomas da la Facultad de
Bellas Artes y Humanidades de la Universidad Tecnológica de Pereira.
Fragmento del libro “Metáforas urbanas- El artista y la ciudad”, Premio Colección de Escritores Pereiranos, 2003.
El lirismo de la pintura del maestro colombiano César Piedrahita ahonda en el alma nostálgica de los humildes paisajes urbanos. Descubre con su magia muy personal en el manejo de los colores primarios, la eterna poesía de las envejecidas techumbres, de las calles y empíricos trazados de las antiguas aldeas o de los barrios populares.
Héctor Ocampo Marín
Escritor
César Piedrahita es símbolo de una generación de pintores colombianos que desde la distancia y el silencio han construido su propia ciudad. Es suficiente un trazo breve e intenso para referirse a las emociones furtivas. Todas las formas expresan la sensación de amor y odio.
El pincel conserva el equilibrio de color, forma y fondo.
Detrás está la voluntad y sensibilidad de Piedrahita encerrado en su obsesión de siempre: ruptura y renovación. Es decir, romper con valores tradicionales de la pintura moderna (“ Toda pintura debe ser conciencia de lo real”, Malraux) y renovar en su sentido más amplio de la estética: “ Lo bello está en cada mirada: en el transeúnte, en el vecino, en el escritor o en el juez”.
Hugo López Martínez
Escritor
La obra de César Piedrahita comunica una de las vivencias más características del hombre contemporáneo, a quien lo persigue un complejo de culpa por haber cambiado el horizonte abierto de la naturaleza, inagotable en sus formas y matices, por el paisaje cerrado y uniforme de las grandes urbes, en donde la imaginación, la creatividad y hasta la misma libertad, han sido lapidadas por el asfalto y el concreto.
Sin embargo, el vivo colorido que acompaña la obra de César Piedrahita, su fuerza expresiva que redime el gris tradicional, símbolo y testimonio de la arquitectura de nuestro siglo, constituye una reminiscencia de la naturaleza, o la ventana por donde el artista deja escapar sus más recónditas añoranzas; otras veces ocurre que la línea adopta audaces giros, y deja de ser la distancia más corta entre dos puntos; un rostro, un torbellino, hasta una figura sin nombre, emergen sorpresivas al encuentro del espectador.
César Piedrahita ha alcanzado en sus cuadros lo que para el artista significa su más definitivo logro: una identidad, un estilo, un sitio desde donde pueda apropiarse la realidad, asimilarla y enriquecerla, como testimonio de su vocación.
Julián Serna Arango
Filósofo – Escritor
Sus paisajes urbanos crecidos en el color, entre la luz de un cielo intenso y una naturaleza juguetona no era primitivismo ingenuo, no son tampoco simple ejercicios o divertimientos; hay allí la intensidad comunicativa de un artista completo.
Alberto Veròn
Escritor
Dentro de los nuevos movimientos de las artes plásticas que han tomado gran impulso en esta ciudad durante la última década; merece destacarse el trabajo de César Piedrahita.
Inmerso entre la técnica del acrílico su temática urbana denota un gran vigor en los rasgos pletóricos de color, hacinamiento urbano donde la visión del espectador parece recorrer laberintos interminables sin puerta de escape.
Hugo Angel Jaramillo
Escritor